martes, 21 de diciembre de 2010

¡¡¡Feliz Navidad!!!

Os deseamos   el equipo de moderadores de ¡¡¡Ábrete Libro!!!
Aleteo, Arden, Arena, Arwen_77, Ashling, Bronia, Caris,Ciro, Corrie Swanson, Cronopio77, Eyre, Felicity, Fresa_charly, Gabi, Ginebra, Hypathia, Jacob Cora, Jaime, Julia, Lucia (y el Lonchas ), Madison, Maia, Merridew, Mylady, Nieves, Roland, Runita, Sergio88, SHardin, Sinkim, Sora91, Sue_Storm y Xabeltrán

lunes, 20 de diciembre de 2010

Un café con Esther Tusquets



Tras una proposición tan atrayente como esta, se esconde toda una aventura literaria.
La tarde anterior me comunican que hay la posibilidad de ir a la presentación del nuevo libro de Esther Tusquets, Pequeños delitos abominables, y yo, a pesar de que apenas conozco a la escritora, con un poco de miedo y de vergüenza, me organizo con tal de poder asistir, sintiéndome tranquila, porque siempre puedo sentarme atrás de todo de la sala, y no tengo por qué intervenir en las cuestiones que se vayan a comentar...
El día en cuestión, 17 de noviembre, me encuentro con la famosa huelga de los Ferrocarriles de la Generalitat, y muevo cielo y tierra para poder llegar a la hora a la cita, desplazándome finalmente en coche. Pero llego demasiado temprano, faltan todavía veinte minutos para las cinco, y claro, a estos sitios no es cuestión ni de llegar muy temprano, ni de llegar tarde, sino justo cinco minutitos antes para que tengas tiempo de ubicarte un poco antes de empezar con el evento. Así que, como acababa de tomarme un té en casa, y no me apetecía nada meterme en un bar, me pongo a dar vueltas a una de esas manzanas del Eixample… Una vuelta, faltan quince minutos… Dos vueltas, tres vueltas, faltan diez minutos… Cuatro, cinco, seis vueltas,… Me siento terriblemente tonta, así que cruzo a la manzana siguiente, subo por la calle de arriba, rodeo la nueva manzana, y cuando faltan siete minutos vuelvo hacia el edificio donde se encuentran las oficinas de Ediciones B.
Entro, me presento en el tablero de información, y la chica, muy amable y con una sonrisa en los labios (así da gusto que te atiendan) me comenta que ya me esperaban, y me pide que espere unos segundos para que pueda darme la acreditación. Mientras, oigo que a mi lado, la otra chica que atiende en el tablero, le pregunta a alguien si viene también a ver a Esther Tusquets, a lo que la persona en cuestión le responde: “No, yo soy Esther Tusquets…”. Me giro para observar a la mujer de mi lado, una “vieja dama indigna”, como ella misma se definía en sus memorias, que contempla medio divertida y medio intrigada a la joven del tablero. Mientras, la que me atiende, me da la acreditación y me pide que vaya hasta el puesto de seguridad para que la validen. “¡Suerte que llegué cinco minutos antes!”, pienso. Y oigo que le piden a la señora Tusquets que espere a que yo esté lista para subir juntas. Nos dirigimos, pues, a los ascensores, observándonos la una a la otra de reojo, sin decir nada. “Deberías decir algo… Algo inteligente, simpático, cordial,…”, pero a pesar de esos pensamientos, no se me ocurre para qué abrir la boca, así que la mantengo cerrado. Nos indican mal la planta y nos encontramos en un despacho donde nadie nos hace el menor caso, nos miran y se van, y las dos Esthers nos miramos interrogativamente, sin saber si esa falta de seriedad es habitual o no. Por fin, una chica nos pregunta si esperamos a alguien, a lo que la escritora responde que más bien a las que nos esperan es a nosotras, pero la mujer que nos ha preguntado no tiene ni idea de quienes somos, y nos informa de que deberíamos dirigirnos a la planta superior. Justo al salir nos encontramos a dos encantadoras jóvenes que bajan por las escaleras, y que rápidamente nos saludan.
Tras las presentaciones de rigor, entramos en una bonita sala, ocupado por una mesa ovalada, con un par de bandejas con pastas en el centro. Nos sirven un café, tomamos asiento, e Ilu, la chica de la editorial que nos invitó al evento, se dispone a dar inicio a la charla. En ese preciso instante me doy cuenta de que eso no es una presentación de un libro, sino una tertulia con la autora, totalmente sola ante el peligro. Así que, para no hacer el ridículo ya de entrada, roja como un pimiento, decido descubrir mis cartas: les confieso humilde y sinceramente que claro que sé quién es, y que me he informado un poco también antes de acudir a la cita, pero que no he leído aún nada suyo, y que por tanto no la conozco como escritora. Ilu ríe ante mi confesión, y Tusquets me mira entre incrédula y sorprendida. Pero, después de advertirlo, me siento más ligera, y damos inicio a ese tête-à-tête, en el que hablamos de todo lo divino y lo humano, empezando por su libro, y acabando por la situación política del país.
De modo que, tras esta larga introducción, voy a entrar en materia, diseccionándoos un poco esa interesantísima conversación:
Pequeños delitos abominables:
Este último libro es distinto a todos los que ha escrito hasta ahora, comenta la autora. Son 50 casos que la irritan profundamente de las maneras de la gente, todos expuestos desde una visión muy personal, algunos más grotescos, otros más serios, y lo ejemplifica contando con mucha gracia algún caso, que nos arranca más de una risa a las dos oyentes que estamos allí sentadas. Nos explica que lo que busca con esta nueva obra es divertir al lector, que puede ser muy amplio, pero a la vez hacerle pensar un poco sobre todos estos casos, e incluso animarle a proponer casos que puedan irritarle a él. Y con este título tan curioso quiere marcar esa contradicción que hay entre la palabra pequeños y la palabra abominables, dotar a estos delitos que no se castigan por su “pequeñez” de una dimensión más categórica, más grave, usando ese adjetivo tan contundente: abominable. Al preguntarle por el inicio de esta idea, nos confiesa que fue una propuesta de su editor, y que a ella le pareció divertida, y se metió en el proyecto. Al principio, nos dice, los capítulos eran muy cortos, “pero le estoy muy agradecida a mi editor de que insistiera en que debían ser más largos, porque fue una observación muy acertada, ha quedado mejor”. Y al hacer esta referencia a la intervención editorial es casi inevitable pensar en sus 40 años como directora de Lumen, y preguntarle un poco por esa etapa tan importante de su vida…
Los años como editora:
Lumen fue toda una experiencia editorial y literaria que ocupó buena parte de su vida. Nos comenta, fascinándose aún, después de tantos años, de los recuerdos que nos relata, que era una editorial donde editaban por capricho, pero sin ser suficientemente ricos como para permitírselo. Nos pone el ejemplo de una colección que editaban que no tenía éxito alguno, y de la que ella ordenó la suspensión. A los pocos días, su padre se presentó en su despacho para pedirle explicaciones de esa cancelación editorial, y ella le contestó que eran mayores los gastos que las ganancias, a lo que su padre protestó que si aquel era el único motivo, ya se podía seguir editando. Por tanto, nos muestra la imagen de una editorial que va más allá del interés económico, y que busca el interés cultural, literario, el dar a conocer las obras, los autores, luchar por una cultura de las letras, independientemente de los beneficios que saquen con ello. Aun así, y a pesar de sus momentos de crisis, está claro que Lumen ha sido solvente, si se ha mantenido a flote a pesar de los pequeños “derroches” que se han permitido a veces.
Nos explica que siempre ha intentado editar obras diferentes, que no tenían por qué ser muy buenas, pero que al leerlas fuera algo que sólo el autor pudiera haber escrito, y no una novela prototípica más. En eso quizás reside la diferencia de Esther Tusquets respecto al mundo editorial con el que se encuentra actualmente, un sector en el que, dice, no se interesan por el autor, sino por los títulos. Un sector que no tiene ningún tipo de escrúpulos a la hora de destruir una obra, descatalogarla, hacerla desaparecer por el simple hecho de que ya no se vende, aunque no haga ni dos años que fue publicada, e independientemente de la frustración e indignación que provoca eso al autor que quiere comprar su propia obra y se encuentra con que no está ya ni en los catálogos de la editorial que se la publicó.
Esther Tusquets, escritora
Pero a pesar de esa experiencia que ha ocupado nada menos que cuarenta años de su vida, desde pequeña, lo que siempre quiso fue ser escritora, o, en su defecto, actriz. Al oírle decir eso me sonrío, puesto que lo primero que me ha pasado por la cabeza al inicio de esta tertulia-entrevista, cuando nos ha contado algunos de los casos del nuevo libro, ha sido que se desenvolvía muy bien en eso de la interpretación, que tenía mucha gracia para contar las cosas, y, como ella misma reconoce, no hace más que decir grandes verdades, pero, siempre que comenta algo, la gente se ríe y a menudo no logra entender el por qué. Y yo juraría que se debe más al cómo que al qué de lo que explica.
Así pues, nos confiesa que ella, a pesar de los años como editora, siempre se ha sentido escritora, siempre ha querido escribir. Y que cuando a sus 49 años decide publicarse su primera novela, para no poner en ningún compromiso a cualquier amigo de otra editorial, el éxito de su opera prima le es totalmente inesperado. El mismo mar de todos los veranos nos plantea un tema que, aunque ahora esté ya muy manido, cuando se publicó la obra resultaba innovador y transgresor, y por eso se habló mucho de esa novela. En sus obras, igual que en las que editó, siempre busca darles ese toque personal, suyo, característico, independientemente del nivel literario que tengan, de si están peor o si están mejor, deben tener algo que sólo pueda haberlo puesto ella, por ser Esther Tusquets, algo que nadie más podría haber escrito de esa forma. Pero reconoce que es más fácil el trabajo de editora que el de escritora, porque no es lo mismo fracasar en un trabajo, que fracasar en un sueño. El nivel de exigencia cuando se hace aquello que siempre se ha querido hacer es mucho mayor, y por tanto la dificultad también aumenta. Y, como todos los trabajos, tiene partes buenas y partes malas. “No hay nada mejor que esos ataques de inspiración que llegan muy de vez en cuando y te hacen escribir a chorro, como inducida por una extraña locura, o una placentera borrachera, y te permiten pasarte horas delante del ordenador sin dejar de teclear”, nos confiesa con una sonrisa muy amplia en los labios. Claro que, una vez escrito el libro, los actos promocionales son lo que más le cansa. No le gusta hablar de sus libros, porque nunca puede ser sincera. “Independientemente de que lo crea o no, ¿qué pasaría si yo ahora te digo que este nuevo libro lo considero una obra menor? No estoy diciendo que lo sea, pero si lo pensara de verdad no podría decirlo cuando me preguntaran por él, y a mí me han enseñado siempre a decir la verdad…”. Como curiosidad, de todos sus libros, el que ella misma me recomienda es Correspondencia privada. También les tiene un cariño especial a sus memorias, aunque reconoce que son quizás los libros menos literarios de todos. Y para ir creándonos el gusanillo de la curiosidad, nos adelanta que su nuevo proyecto consiste en una novela a cuatro manos junto a su hermano, el arquitecto y pintor Oriol Tusquets.
Esther Tusquets, la vieja dama indigna
Tras conocer un poco mejor a la editora y a la escritora, es inevitable que necesite saciar mi interés por la persona que hay detrás de ambas, puesto que a lo largo de tiempo que hemos ido hablando, se ha podido apreciar a una persona muy inquieta, comprometida, coherente. Y, efectivamente, ella misma lo confirma al preguntarle su mayor virtud y su mayor defecto. Para la virtud escoge la coherencia que siempre ha intentado que predominara su vida, el ser coherente con sus pensamientos, sus actos y sus palabras, y dice haberlo logrado bastante. Y para el defecto elige la dureza, explicando que hay quien la acusa de ser muy dura con la gente con la que trata, y con una mueca de desagrado añade que de ser realmente así no le gustaría demasiado. En cuanto a gustos literarios del panorama actual, dice no poder opinar mucho, puesto que leyó locamente durante cincuenta años, devorando centenares de libros, pero reconoce que ahora lee muy poco. Con la vejez, – esa etapa siniestra que confiesa que llegado el momento intentará ponerle fin de la forma más tranquila posible –, una etapa en donde los intereses disminuyen de forma acentuada, y las conversaciones entre los amigos se reducen a la salud, el dinero, y los que se han ido, reconoce que ha despertado en ella cierto sentimiento “patriótico” que nunca había sentido hasta entonces. Nunca se había sentido de ningún lado, y últimamente se siente más catalana, aunque lo catalán siempre ha ejercido una influencia en todas sus obras. Se confiesa a favor de las nuevas tecnologías, a pesar de no manejarlas, y defiende una vez más su amor por los animales, incluso aquellos que no le gustan, pero que, como todos, tienen unos derechos que hay que respetar.
Esther Tusquets, pues, no sólo es una figura importante dentro de las letras hispánicas de la segunda mitad del siglo XX, sino una mujer crítica, coherente, inteligente, aguda, y capaz de hacer un catálogo irreverente de buenos modales con el que sin duda te arrancará más de una sonrisa. Así que yo, personalmente, tras haberlo leído, no sólo recomiendo este nuevo libro sobre los buenos modales, donde se nos presenta a una autora involucrada directamente en el texto, contándonos sus casos propios, sus manías, acercándonos a la figura de la vieja dama, sino que os animo, como he hecho yo también, a que la conozcáis como escritora literaria con cualquiera de sus novelas o relatos, porque la exquisitez de su narración no tiene desperdicio.

Chubbchubb

martes, 7 de diciembre de 2010

Los cazadores de mamuts - J. M. Auel

Colección: Hijos de la tierra
LOS CAZADORES DE MAMUTS
Autor: Jean M. Auel
Año: 1985


“Los cazadores de mamuts” es el tercer volumen de la saga “Los hijos de la tierra”.
En este volumen la increíble Ayla y el joven Jondalar nos se sitúan en lo que hoy día sería la Europa oriental, aproximadamente Ucrania y países limítrofes, durante la última fase de la era glaciar.

Tras su estancia en el valle de los caballos Ayla y Jondalar se trasladan a un campamento cromagnon cercano, donde reside un grupo conocido como los “mamutoi” que se ha especializado en la caza del mamut y sus usos como alimento y material.

A medida que se adapta al ritmo de vida de los mamutoi, Ayla se siente atraída por un nuevo personaje que le pondrá color a la historia y no precisamente porque resulte que es negro,que lo es,se trata del tallador de marfil del campamento, Ranec.

En “Los cazadores de mamuts” Auel describe por primera vez el modo de vida y costumbres aproximadas de un campamento cromagnon, algunos fácilmente demostrables como las cualidades artísticas que se pueden deducir de las tallas recuperadas de los yacimientos arqueológicos o los métodos de construcción de estructuras y embarcaciones, y otros más complejos como las ceremonias de madurez o sus costumbres religiosas, propias de sociedades matriarcales.

Al margen de la antropología “Los cazadores de mamuts” es una historia que gira en torno al triángulo amoroso entre Jondalar, Ranec y Ayla, una historia llena de malentendidos y enredos. Al igual que en los anteriores libros de la serie, debo reseñar la capacidad de Auel para comunicarle al lector los estados de ánimo de sus personajes. Quizá en este volumen aparecen más personajes de lo esperado en comparación con los anteriores,pero todos tienen su función en el entramado y la historia se enriquece claramente con estas aportaciones.

Este tercer libro desde mi punto de vista, es el que más contradicciones produce entre los lectores. A unos no gusta gusta mucho,a otros, les parece estupendo por aquello de que auna prehistoria y culebrón rosa.

Yo personalmente ni lo uno ni lo otro,pues cuando leo sobre este tema,me siento alrededor de la hoguera y danzo como antaño.

De modo que, una vez más, por las razones antes expuestas recomiendo la lectura de este libro a todo el mundo. ¡¡Ea!!!

Entrada por Gavalia

jueves, 2 de diciembre de 2010

La novela romántica: prejuzgar sin conocer



Siempre resulta curioso constatar hasta qué punto la sociedad en general se alimenta de prejuicios para valorar —y a menudo condenar— aquello que no conoce. Centrándome en la literatura, me parece lamentable observar que nosotros, los lectores, nos servimos de las opiniones de los demás para desdeñar un género literario sin ni siquiera darle una oportunidad. ¿Acaso es posible afirmar que no nos gusta un postre sin haberlo probado? El mundo está lleno de sorpresas, y el mundo literario no está exento de éstas. ¿Cuántas veces hemos decidido leer un libro que, a priori, no nos atrae, para después acabar seducidos por la historia? Ahí reside la grandeza de la literatura: la capacidad de sorprender, de emocionar, de enamorar a los lectores.

Uno de los géneros que más arduamente debe luchar contra los prejuicios hoy en día es, sin duda, la novela romántica. Ya el propio nombre provoca que muchos lectores desvíen su camino, se alejen de estos libros, sin saber a ciencia cierta lo que en ellos pueden encontrar. ¿Cuántas veces habremos oído aquello de «las novelas románticas no son más que culebrones»? Tal generalización está tan poco fundamentada como las siguientes: «las novelas históricas sólo cuentan batallitas»; «los clásicos están desfasados y son aburridos»; «la literatura infantil sólo es apta para niños». La pregunta que a mí se me plantea es la siguiente: ¿has leído algo de ese género para ser capaz de afirmar tal barbaridad? La respuesta, seguramente, sea «no».

Y ése es el gran problema al cual debe enfrontarse la novela romántica: desplazar aquellos prejuicios ancestrales que hoy no tienen vigencia alguna. Porque así como la literatura infantil puede aportarnos mucho ya de adultos, y los clásicos parecernos muy amenos y atemporales, resulta imposible prejuzgar un género que cuenta con un abanico de posibilidades tan amplio: en una novela romántica pueden hallarse historias de amor entre criaturas sobrenaturales; entre asesinos y policías; entre emperadores y vasallos (con viajes en el tiempo incluidos); entre personas de diferente generación; entre personas del mismo sexo; entre personajes divertidos que consiguen arrancar carcajadas; y así hasta un sinfín de posibilidades que seguro sorprenderían a aquellos que no se dignan abrir ni una sola de estas novelas.

A todos nos gusta enamorarnos. Sentir por otra persona un cariño que rebasa todo límite. Es un sentimiento innato en el ser humano, uno de los más puros. ¿Cómo podemos, pues, rechazar la lectura de historias que versan sobre él? ¿A qué se debe esa animadversión que despierta el género en tanta gente? Seguramente, al desconocimiento. Porque estoy convencido de que estas personas, si dieran una oportunidad al género y a autores de la talla de Nicholas Sparks, Nora Roberts, Cecelia Ahern o las hermanas Brontë —¿acaso sus novelas no se centran en el amor entre los protagonistas?—, verían cómo se deshace el esquema mental que habían esbozado y, en un futuro no muy lejano, repetirían.

¿Eres una de esas personas y no lo crees así? Visítanos en el subforo y nos lo cuentas. Quizá te sorprendas.
Xabeltrán

martes, 30 de noviembre de 2010

Me temo lo peor



Estamos con problemas, los canadienses nos dejan en la estacada,  nos boicotean, y nos impiden entrar en el foro. ¡¡¡Son malos y nos provocan ansiedad!!!  ¿O sera otra la causa?.   El resultado es el mismo, ya sea el servidor canadiense o que  hay alguna otra  causa, No podemos entrar. Esperemos que dure poco.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Premio Cervantes para Ana Maria Matute


¡¡Por fin!!! Ana María Matute ha sido reconocida como el hada buena de las letras, esa hacedora de leyendas y de literatura que nos eleva y nos hace mas libres.
Hay una generación de mujeres escritoras a las que de alguna manera se les han negado el pan y la sal de la gloria literaria. Por muchos premios que se les concedan y Ana María, esa gran dama , los tiene todos, hay una especie de silencio en torno a ellas. No es que no hayan reconocido su calidad, sencillamente las han ocultado detrás de una especie de velo de niebla que ha impedido verlas con la nitidez suficiente para que brillaran con la intensidad que se merecen: junto con ella, Carmen Martín Gaite, Elena Quiroga, Carmen Laforet.
Es una generación de escritoras brillantes que consolidan en gran medida una novela de posguerra. Vivieron una época dura, y unas experiencias traumáticas, pero siguieron adelante pese a las dificultades, y escribieron novelas magnificas, que deberíamos recuperar porque estan aun en plena vigencia, al margen de modas y de la época que describen.

Me encanta ver a una mujer tan hermosa que transmite tanta vida y esa sensación de bondad e inocencia que el tiempo no ha conseguido borrar de rostro, que convierte sus experiencias mas duras en un mundo mágico en el que la melancolía se transforma en unicornios. Tan lúcida y vital que nos hace recobrar el alma de la infancia en plena madurez.

¡¡Ya era hora!!

martes, 9 de noviembre de 2010

Historia de un relato





Llevo tiempo siendo miembro de jurado del concurso de  cuentos que el foro convoca dos veces al  año.
Esta última convocatoria ha  sido un poco diferente: habitualmente hay una libre y otra temática, la de otoño.
Este año en la temática,  ha habido un  cambio, en vez de elegir un genero se ha optado por acotar un tema y este ha sido la versionalizacion de un cuento clásico. Han presentado menos originales que otras veces, pero  ha sido de una gran calidad. Los relatos premiados como siempre se pueden leer en el foro descargando el archivo correspondiente y continuar  comentantolos.
Tal vez no valoremos  el ejercicio que supone a veces este trabajo de escribir, por eso creo que merece la pena seguir la reflexiones y el análisis, así como el debate posterior que RAOUL,  el autor del cuento que ha ganado a juicio del jurado popular el premio al mejor relato y que es en mi opinion ,  un cuento excelente, ha generado con su reflexión sobre como ha ido construyendolo. Muchas veces, al margen del resultado, no terminamos de apreciar lo que lleva implícito el acto de sentarse delante de un papel a escribir sobre un tema acotado como en este caso, y este ejercicio de inteligencia y de meticulosa disección de los elementos que ha utilizado para construir su historia,  es  apasionante, al menos para mi como lectora. Os dejo un resumen por motivos de espacio entresacando parrafos de sus post pero os invito a leer el hilo completo:

Como introducción a su comentario  decir que ha  hecho una doble versionalización encajando una en la otra; Blancanieves y Romeo y Julieta.

Blancanieves es una historia fascinante. Fascinante más que por la aventura que cuenta por los personajes que rodean a la protagonista. Por supuesto es fascinante la madrastra pero también lo son la madre muerta y, especialmente, el padre ausente de Blancanieves. Fascinante es el espejo, sin duda. Y los enanos – considerados en grupo o individualmente-. Y fascinadora encuentro yo la figura del príncipe, ese joven lejano que descubre un entierro en un bosque, se siente fascinado por una muerta y –ahí es nada- hace una oferta de compra por el cadáver. Si se pretendía ofrecer una visión distinta del cuento, construir una versión del mismo en definitiva, una buena opción consistía en trasladar la perspectiva general desde la que está narrado a una más concreta, poner el foco de atención en uno de esos personajes secundarios tan extraordinarios – o en varios- y narrar los acontecimientos desde su particular punto de vista, indagando, desvelando motivaciones, deseos y hechos que son o pueden ser puntos oscuros en la historia original. O simplemente limitarse a contarlos desde un lado parcial. He de decir que nada de eso me atraía. No deseaba explorar en el cuento tradicional. Ni siquiera deseaba estar en ese cuento. Lo que yo me propuse fue otra cosa, ir en una dirección distinta. Mi intención era destruir el cuento, hacerlo imposible. Pretendía cometer un asesinato, vaya. Quería escaparme del cuento por los propios resquicios del cuento, recoger material explosivo y regresar luego para hacerlo estallar por los cuatro costados. Quería salir del cuento para volver al cuento. Conseguir todo eso me exigía actuar sobre la pieza clave de la historia, sobre su detonante. ¿Y cuál es ese detonante en “Blancanieves”? A mi juicio, el espejo. El espejo es quien provoca la crisis. Los acontecimientos se desencadenan el día en que una mujer que posee un espejo mágico recibe de éste una contestación inesperada, inconveniente. El arranque de “Blancanieves” se sitúa en ese momento exacto en el que la reina pregunta “¿Quién es la más bella?” y el espejo, su esclavo (aunque podría discutirse en la relación madrastra-espejo quien es el amo y quién el esclavo, pero eso ya sería divagar), conocedor de la naturaleza de su ama, le responde: “Blancanieves”. Ahí empieza todo y ahí empieza a decidirse la suerte de un puñado de vidas. De la palabra del espejo ha dependido todo. Con su silencio, con su desobediencia o con su mentira los personajes hubieran seguido por un trazado distinto y bastante corriente. Pero él (el espejo) no podía callar, ni desobedecer ni mentir. Esclavitud y sinceridad. En este sentido invito a pensar en el espejo del relato como en un robot programado. Así pues, no es casual que “La habitación” termine justamente donde empieza “Blancanieves”. La idea era lanzar –y responder- un interrogante: si investigando en ese personaje tan peculiar y tan fundamental (el único no humano de la historia), si, en definitiva, escribiéndole una biografía y proporcionándole un pasado podía crearse una posibilidad real de que la reacción del espejo a la pregunta decisiva de la madrastra fuera diferente de la que todos conocemos. Y eso sin desvirtuar ni violentar la naturaleza esencial del espejo, su “programación” (la sinceridad, la esclavitud y, como consecuencia de esos rasgos, el crimen). Si eso se conseguía, el cuento tradicional quedaba tocado en sus cimientos y se venía abajo como un castillo de naipes. Y lo que a partir de ahí resultara sería otra cosa: una no versión de un cuento inexistente. “Blancanieves” moriría. Así pues, a la hora de ponerme a escribir –o de planear el crimen- tenía claras una serie de cosas. El protagonista debía ser el espejo, la narración obligatoriamente había de hacerse en primera persona (eso era decisivo e implicaba casi todo), el espejo debía tener una percepción confusa y a veces errada de su propio destino, que se le habría de ir revelando paulatinamente, y, además, yo ya había localizado dónde podía hallar el “material explosivo” necesario, el arma del crimen. A la luz de todo eso acudieron solas un conjunto de soluciones formales. El tono del relato debía ser lírico, evocador, arrebatado en su trasfondo y, aun así, contenido en su primer plano, y había que recubrir el texto de velos y símbolos. El lenguaje no podía ser directo, era fundamental dotarle de una clave poética y ejecutarlo en un tiempo más bien lento. Y era importantísimo sugerir al decir, que por lo explícito asomara lo implícito. 
 (...)En mi opinión – que es sólo una opinión más- lo que el relato viene a contar es una historia de amor oscura, romántica y poética. Y al hablar de historia de amor no me estoy refiriendo a la de Romeo y Julieta, claro está, sino a otra historia de la que posiblemente no son concientes ninguno de sus dos protagonistas.
(...)Aunque el relato se subtitule prolegómenos -unos prolegómenos dilatados, ciertamente- porque se extienden a todos los “prolegómenos” al pistoletazo de salida de “Blancanieves”, no se detiene ni acaba ahí aunque la parte escrita se detenga y acabe ahí. Tanto en el cuento original como en el relato – más aún en el relato- siguen siendo fundamentales la pregunta de la reina y la respuesta del espejo. En el relato la reina formula “la pregunta exacta”, pero ¿qué hace el espejo? ¿No habría quizás que detenerse e interpretar el último párrafo del relato? El espejo del relato responde y obedece sin titubeos, pero ¿qué responde? No se dice expresamente ¿Da la “respuesta exacta” también, la tradicional, la misma que la del espejo del cuento? ¿O hace algo distinto? Y en ese caso, ¿qué es ese algo? ¿Y por qué? Y determinado esto, ¿cuáles serían o podrían ser sus consecuencias? Incluso se podría ir más allá: ¿en qué situación se encuentra el espejo cuando está narrando su historia?
 (...) Creo que hay una parte trascendental del relato, su desenlace, que se desarrolla justamente debajo del último párrafo del mismo, en unas líneas que no están escritas y que corresponde llenar al propio lector, si lo desea. He de confesar que, desde el principio y mientras escribía, yo tenía ese párrafo final en la cabeza. Pero al llegar al momento de ponerlo negro sobre blanco y de pasarlo al papel, el propio relato me lo impidió. De repente parece que una historia toma sus propias decisiones, que se niega a aceptar algo que le estaba planeado desde su inicio. No reconoce ese algo como suyo y lo rechaza como a un cuerpo extraño. Esto le puede pasar a cualquiera que escriba, creo yo, y pienso que lo que ocurre es que el proceso de escritura supone también un proceso de comprensión. Uno va escribiendo y al tiempo va comprendiendo. Por eso hay veces que una idea de origen o de partida, hasta la más firme y meditada, puede acabar rectificada como consecuencia del camino recorrido. En este sentido he de decir que, a estas alturas estoy ya casi convencido de que “el relato” obró con acierto. 
Raoul

El desarrollo de como ha estructurado su cuento y como ha establecido las relaciones es más amplio. Creo que sirve  para que como lectores,  valoremos mas el proceso de construcción de una historia cuando lleva detras un proyecto meditado y elaborado, cuando hay mucho más que un proceso de dejarse llevar por el papel y la imaginación. Os invito tambien a debatir y a compartir  vuestras experiencias ya sea en el hilo ya  en un hilo creado de forma independiente. 

jueves, 28 de octubre de 2010

Presentación de Chéjov comentado en Madrid



Sergi Bellver y Nevsky Prospekt nos presentaron el otro día el libro Chéjov comentado, en Tipos Infames (que mezcla galería de actividades culturales, librería y cafetería-vinoteca), en el que encontramos 16 cuentos traducidos directamente de la edición de las obras completas de la Academia de Ciencias de Moscú manteniendo el estilo sobrio con que originalmente se escribieron.
La selección de cuentos, que ha evitado repetir cuentos incluidos en las antologías publicadas en el 2004 y 2005 con motivo del centenario de la muerte de Chéjov, ha corrido a cargo de Sergi Bellver y James Womack y alterna cuentos largos y cortos (7 a 20 páginas) de 1882 a 1898. Ello nos permite comparar cuentos de la etapa de crecimiento previa a que Dmitri Grigorovich le animara a escribir cuentos serios con los cuentos de su madurez como escritor.
Los cuentos de Chéjov reflejan el alma rusa y la preocupación por la gente que sentía, dejando un poso de denuncia por debajo de lo que se ve a primera vista, con muchos actuando de espejo de personajes miserables a los que el lector no quiere parecerse.
De entre los cuentos seleccionados por el editor, 16 personas afines a la obra de Chéjov eligieron aquellos que mas representaban para ellos con la intención de crear una complicidad que traspasase el papel. Las visiones de los comentaristas son tan variadas como sus procedencias -eslavistas, poetas, cuentistas-, y muestran la libertad con que fueron creadas, aunque, al situarse tras el cuento y no antes, no condicionan al lector ni le anticipan hechos que puedan fastidiarle la lectura a quien se acerque por primera vez a Chéjov.
Sergi nos comentó que eligió Nevsky por su visión no trillada de la literatura rusa, y Nevsky aprovecha la edición para inaugurar una nueva colección que ayude a comprender la literatura rusa desde otras culturas: las nuevas perspectivas. La publicación coincide además con el 150 aniversario del nacimiento de Chéjov.
A Chéjov, que bebió de Maupassant y Tolstoi, se le considera uno de los primeros escritores de cuentos contemporáneos, siendo inspiración para Carver (que le homenajeó en Trece rosas amarillas) y Cheever.

Lucia

miércoles, 27 de octubre de 2010

EL VALLE DE LOS CABALLOS



EL VALLE DE LOS CABALLOS
Autor......... Jean M. Auel
Publicación: 1982


Segundo volumen de la saga los hijos de la tierra y continuación de los avatares del personaje Ayla.

Ayla huye de la supuesta protección del Clan Neardental que la acogió.Muy a su pesar se ve abocada a tomar esta decisión que sin duda marcará su futuro y por qué no decirlo el de la misma saga.
J.M.Auel nos introduce en un mundo de arrebatadora soledad y dureza sin límites.
Ayla aunque sola durante casi todo el presente volumen,localizará un valle que será su territorio de influencia por un tiempo y quizá también encuentre algo inesperado que la introducirá en el mundo cromagnon.

Las descripciones de paisajes y flora continúan siendo parte indispensable de la historia que sigue desarrollándose en un ambiente poco propicio para subsistir sobre todo en soledad.

Se producirán situaciones y acciones durante este relato que chocarán frontalmente con los estudios realizados por la arqueología de nuestros días.

Asuntos como conseguir fuego por medios artificiales y la domesticación de animales son acontecimientos que Auel consigue incluir en la trama de forma tan creíble como poco rebuscada, nos sorprenderán sin duda,incluso a sabiendas que estos hechos son propios del final de este periodo de la prehistoria y del momento en que la novela se desarrolla.

No obstante soledad,reafirmación existencial,domesticación y encuentro son las líneas argumentales de esta preciosa novela donde por fin Ayla se encontrará con los otros (Cromagnones) y conocerá por primera vez una sensación tan nueva para ella como excitante para los lectores de esta saga, las relaciones de pareja con pinceladas de romanticismo y por qué no decirlo,el amor que llama a su puerta.
Aunque le costará entender su significado en aspectos tan importantes para nosotros,actuales homo-sapiens, como son la fidelidad entre parejas y el sentimiento de posesión.

:boese040:

 Gavalia

jueves, 21 de octubre de 2010

Feria del Libro de Frankfurt: Estuvimos alli



Con Manuel Cortés me une un afecto muy especial. No hemos coincidido demasiado, pero le tengo un enorme afecto. Entrar en sus libros es tropezarte con un alma buena, con una de esas personas  que  pese a todas las tragedias  que nos rodean, nos devuelve la esperanza  en el ser humano. Hace unos meses me contó  ilusionado que iba como representante de la Asociación de Escritores Aragoneses a la Feria del Libro de Frankfurt. ¿Quién mejor que el para representarnos?. Me siento orgullosa de que alguien como él represente a la cultura y el amor por la palabra y la literatura de nuestra Comunidad y de nuestro país. Generoso como es, me ha permitido apropiarme de sus palabras  para transmitir su crónica desde  primera fila. Estoy segura que los alemanes y a través de ellos el mundo habrán descubierto gran escritor y una mejor persona.

La Feria del Libro de Frankfurt recuerda a una gran ciudad; con sus barrios (los halles), tantas calles, cada casa (los stands)... Como cualquier núcleo urbano que se precie disfruta de miles de servicios: gimnasio, peluquería, supermercados, equipo sanitario. Y por supuesto también tiene habitantes: editores, escritores, agentes literarios, libreros, distribuidores y un sinfín de sujetos vinculados al libro hasta llegar al más importante de todos: su lector.
Durante una semana me he sentido ciudadano en esos lares. Allí he visitado casetas, conocido a personas ciertamente interesantes, aprendido lo indecible de un sector que me apasiona. Allí estaban autores de primer nivel como Ken Follett, Günter Grass, David Grossman, Bret Easton Ellis, Jonathan Franzen, Ildefonso Falcones… Desde mi condición de aprendiz he vivido una experiencia de maestro en la que sólo faltó esa foto a su lado inmortalizando mi presencia. Pero sus prisas, la multitud, mi excesiva prudencia y el ritmo que impone esta urbe lo hicieron imposible.
Me encantaron las actividades del pabellón de Argentina (país invitado de honor en la Feria), la presentación en el stand mexicano de su Feria de Guadalajara, la ovación del sector hispanohablante al recibir la noticia del Nobel para Vargas Llosa y, por supuesto, la recepción del Instituto Cervantes al mundo editorial en español.
Además de la más importante del mundo, la Feria del Libro de Frankfurt presume de ser la más antigua, datando sus orígenes del siglo XV, cuando Johannes Gutemberg inventó la imprenta a pocos kilómetros de la ciudad. En las 62 ediciones de su era moderna la Feria ha crecido de manera exponencial, presentando un balance de vértigo: casi 7.000 expositores de más de cien países, cerca de 300.000 visitantes, unos 12.500 periodistas acreditados, 1.300 traductores, en torno a 3.000 eventos… Sin embargo, al margen de las cifras, lo mejor de mi visita estuvo en su lado humano.
Como he venido expresando en los distintos medios con los que colaboro, me encantó la ilusión mostrada por la delegación de Argentina, desde su condición de país invitado de honor. De allí vinieron más de 60 escritores, una nutrida representación editorial, aproximadamente 300 actos, una sesión de tango… Siempre cuidando los detalles para que todo saliera bien. En sus tertulias literarias abordamos muchos temas: la Literatura en tiempos de su dictadura, la actualidad editorial en español… Y uno que particularmente me apasiona: la narración oral, que por algo sus cuentacuentos están entre los mejores.
En el stand de Chile hablamos de otros asuntos, incluyendo el deseo unánime de que el rescate de sus mineros saliera bien. Con los representantes de México charlé sobre mi último libro (Mi planeta de chocolate) y distintas anécdotas relacionadas con los llamados Niños de Morelia. En el portal de Costa Rica compartí las vivencias de mis estancias allí, junto a cada relato que he escrito al respecto. Y así, caseta a caseta, país a país, fui llenando mi carrito de notas, amigos e ilusiones con la intención de volver a encontrarnos… Tal vez en otro sitio, puede que en otra Feria, quizás en otro libro.

En definitiva, un viaje a esa ciudad donde los sueños tienen forma de libro, que guardaré en la memoria de mi corazón. Vielen dank! 

Manuel Cortés Blanco

martes, 19 de octubre de 2010

Hispacon 2010


La Hispacon es el Congreso Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción que se celebra anualmente desde 1991. En este congreso se reúnen, bajo la supervisión de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), aficionados, estudiosos y autores de la ciencia ficción, el terror y la fantasía.
En la Hispacon se celebran diversos actos tales como conferencias, mesas redondas, charlas y exposiciones de temas relacionados con la literatura y el cine fantásticos y de ciencia ficción y del terror. Este año se ha celebrado en Burjassot (Valencia) entre el 9 y el 12 de octubre, ambos inclusive en la Casa de Cultura.
Como el año pasado, que fue en Huesca, he acudido para ver a los escritores que leo a lo largo del año y con los que mantengo contacto así como para poder hablar de proyectos y temas varios con mis amigos de Ociozero, Sedice o SevillaEscribe y pasar unos días en agradable compañía hablando y tratando de mejorar el mundo del fandom. Charlas que van desde las mujeres en el mundo del fantástico a presentaciones de libros (Los Siete secretos del Mundo Olvidado de Magnus Dagon, Necróparis de Fernando Cámara y así hasta otras 40 novedades) pasando por la presentación de nuevas editoriales (NGC Ficción o Torre de Marfil) y que ponen el marco de unos días en los que los amantes de estos géneros que acuden a ellas pueden intercambiar experiencias y opiniones sobre diversos temas.
Se aprovecha también para en una Cena de Gala dar los premios Ignotus (http://hispacon2010.blogspot.com/) en diversas categorías, así como los premios Nocte, que este año han traído a David Monteagudo a la cena (persona agradable y llana además de muy tímido con quien compartí mesa y mantel). Con su novela Fin ganó el premio a Mejor Novela Nacional mientras Una Oración por los que Mueren de Stewart O´Nan lo hizo en la categoría Internacional. Como Mejor Relato Nacional quedó El Laberinto de la Araña de Jose Miguel Vilar-Bou (publicado en la Antología Calabazas. Arañas y en Cuentos Inhumanos) y el Relato Extranjero fue para Dan Simmons y su La Foto de Clase de Este Año (publicada por Minotauro en la Anoltogía de Zombies de John Joseph Adams).
Si ya el año pasado me quedé con una agradable impresión de la gente y el ambiente, no está de más decir que este año se ha visto superado, máxime cuando ya son muchas las personas que asisten con las que a lo largo del año mantienes contacto y por lo tanto he aprovechado para vernos en persona. Más allá de eso, las comidas / cenas, cafés y cañas que se toma uno en los descansos hacen que se pueda seguir en un ambiente de camaradería deshuesando el último libro leído o comentar qué está escribiendo cada cuál. Y como lector, se queda uno con cara de admiración escuchando como hablan cada uno de lo suyo y lo ponen en común. Soy feliz por eso, porque luego esa energía la puedo leer.
Este año ha acudido como invitada especial Laura Gallego, que además de firmar ejemplares de sus novelas estuvo participando en la mesa redonda de las mujeres en el fantástico. Y ni que decir tiene, que tuvo que hacer muchas firmas, ante la cantidad de fans que allí se reunieron para ello.
Ahora ya a esperar la del próximo año, pero mientras tanto tendremos de aquí a unas semanas el Liter Imaginarius, que como siempre, se celebra en Huesca y este año se dedica a Richard Matheson. Nos vemos.

sábado, 16 de octubre de 2010

Editorial Nevsky Prospects

El otro día trasteando en una librería ví un catálogo que me llamó la atención. Debo reconocer que en parte la culpa era de ese rojo sangre sobre negro y en parte por el nombre de la editorial: Nevsky Prospects. Con ese nombre, seguro que se trataba de libros relacionados con Rusia, pero ¿de qué clase? La estética decía que de la época soviética, el interior lo desmentía con solo 11 libros de autores tan conocidos para la mayoría de lectores como Pushkin, Dostoievski o Chéjov, pero también de autores como Aléxei Tolstói, Alexander Bogdanov o Andréi Bieli. Resumiendo, una joyita detrás de otra.

De los 9 títulos publicados hasta el momento, únicamente tres tenían tema abierto y uno de ellos en una edición anterior con un título algo distinto. Si habían pasado desapercibidos era la variedad de géneros tocados por la editorial: gótico, contemporáneo y ciencia ficción. El catálogo lo completan, además, varias memorias de lo mas interesante (Yusúpov y Grigoróvich). Es decir, justo el hueco que existe desde que El Corte Inglés compró Rubiños y cerró la editorial por el camino. La ciencia ficción clásica soviética, los cuentos que beben del humor y las leyendas rusas, la experimentación y efervescencia que precedieron y siguieron a la caída de los zares, tanto en los que se quedaron como los que se exiliaron.

Nevsky Prospekts, una editorial que os recomiendo seguir y unos editores que conoceréis mejor en la entrevista de Sergi Bellver.

Un payaso ruso...








…Coloca el saco en el perchero y luego el sombrero, estira el saco y lo acomoda, le quita el polvo mecánicamente, para hacerlo mejor mete su mano en el traje, cuando observa la palma de su mano cambia la música, mira la palma de su propia mano como si fuera de otro, extrañado, con la boca abierta, mira hacia el sombrero y no hay nadie, parece tener un poco de miedo y precaución a lo que le fuera a hacer la mano; la mano (ya que desde que la introduce en el traje pasa a ser “la” mano y no “su” mano) le gira el rostro para que mire el rostro que no tiene, solo hay un sombrero, pero él sonríe con una alegría nostálgica, él sabe que no hay ahí nadie más que él, cuando digo él me refiero al payaso y no al actor, y cuando digo ahí me refiero al escenario y no al teatro, pero a su vez él no está, el payaso mira el rostro que no tiene el traje y sonríe, es partícipe de que se está engañando, es consciente del juego y las reglas a las que se somete, él podría sonreír de otra forma, como si mirara un rostro y se sonrieran mutuamente, pero no sonríe así, lo hace apenas, casi como si no sonriera, le muestra el cepillo, ¿a quién?, ¿a nadie?, mostrar el cepillo es un “mira estoy haciendo esto”, la mano le quita el cepillo y lo acicala, él cierra los ojos, se desvanece alejándose un poco del traje, e inmediatamente abraza al cuerpo que no tiene esa mano que lo acicala, como si fuera alguien más, lo reconoce y se reconoce, creo que esta actuación me atrae porque él parece no querer convencer al espectador de su engaño, sino que él quiere creer en su engaño, pero no como un deseo, diría que resignado de que su deseo no se va cumplir, me da la impresión de que es un movimiento infinito donde él quiere hacer creer que desea caer en su engaño, en un engaño en el que ya aceptó que no puede caer, por más que quiera. Es uno y otro y nadie en un solo instante. La mano deja de acicalarlo y suelta el cepillo y lo abraza por unos segundos, sube sus dedos hasta el hombro del traje, el traje es más grande que él, la cámara no me ha permitido ver la escena en un plano completo, la mano deja de abrazarlo para darle una carta, como no puede meter la carta en el bolsillo, él abre los ojos y la ayuda, la mano lo ayuda con su traje, él quita la carta de la mano y logra meterla en su bolsillo, cierta angustia, un vaivén de acción y una desesperación mutua por guardar la carta, tras hacerlo se vuelven a abrazar, este abrazo es muy diferente al primero, es el mismo traje, el mismo payaso, la misma mano, pero este abrazo es más fuerte e impulsivo, él nuevamente cierra los ojos, no sé si para el payaso la cabeza imaginaria de la mano cierra los ojos como él o los mantiene abiertos, esta vez el abrazo dura menos, ha sido una despedida, del otro, de él, de nadie… El pitido del tren que está por salir los ha sacado del trance, ambos muestran el dorso de la mano, retira su mano del traje que sigue colgado en escena, va hacia su maleta, se detiene, se da la vuelta para mirar el traje que ocupaba, el tren sigue llamando, alza su mano para despedirse y el traje vacío alza una manga. Si bien creo que el payaso no ha querido convencerme de que se ha engañado a sí mismo, ha hecho un truco para hacerme creer que el traje vacío tiene algo de movimiento, de vida, de voluntad, incluso sin la mano que se la dio durante algunos segundos, lo cual me hace creer que el payaso quiere que imagine que el traje ha sido poseído por alienígenas, los rusos son muy raros…

  eee

miércoles, 13 de octubre de 2010

Teatro clásico sin complejos


Que te pregunten por el libro que estás leyendo parece ser algo inocuo y sin mayor trascendencia. Pero es una pregunta que puede resultar embarazosa cuando la respuesta es La dama boba de Lope de Vega o Los Menecmos de Plauto. Ante estos títulos, las reacciones suelen ser un largo e incómodo silencio y cara de circunstancias por parte del interlocutor. Si hay la suficiente confianza, vendrá a continuación la pregunta inevitable de: “¿Y por qué?” Al parecer es inconcebible que alguien vaya a emprender la lectura de las obras teatrales clásicas por pura afición o curiosidad. Y sin embargo, es algo que ocurre más a menudo de lo que pudiéramos sospechar.

En el foro existen dos miniclubs activos en torno al teatro clásico: uno sobre teatro grecolatino, que lleva más de un año funcionando y sigue adelante sin problema alguno de falta de participación; y otro sobre teatro español del Siglo de Oro, que igualmente goza de una estupenda salud participativa. Los integrantes de estos miniclubs son todos gente normal, en apariencia al menos, que lee estas obras por puro interés personal y no por motivaciones académicas. Y gente que la mayoría de las veces disfruta enormemente de su lectura, algo inaudito en unos tiempos en los que hay que proteger a la juventud de un contacto demasiado precoz con la literatura de calidad para evitarles traumas vitales.


¿Qué tienen entonces que ofrecer estas obras teatrales clásicas para ser capaces de atraer a lectores voluntarios de a pie? Pues seguramente lo mismo que ofrecieron en su momento al público que iba en masa a presenciar sus representaciones escénicas, y que es algo heredado por sus sucesores de la actualidad, las series de televisión. Son obras que apelan a la naturaleza humana más universal y atemporal, los sentimientos básicos de amor, odio, amistad, celos, honor, envidia y ternura. Sentimientos ejemplificados por personajes de una pieza que permiten su reconocimiento instantáneo y que se ponen a prueba en situaciones escénicas que van a mantener sin esfuerzo la atención del lector hasta la resolución final de la trama.

Estas obras tienen además una gran ventaja sobre la mayoría de las series televisivas: están estupendamente bien escritas, construidas y dialogadas, y son un halago y no una afrenta a la inteligencia del lector. Así que hágase un favor y consuma más teatro clásico. Y cuando le pregunten qué lee, dígalo con la frente muy alta y sin rubor alguno.
Carmen Neke

martes, 12 de octubre de 2010

Fira del llibre d’ocasió antic i modern



En pleno Paseo de Gracia, durante un par de semanas, a parte de las habituales tiendas de marca y joyerías con precios desorbitados, nos encontramos con una pequeña gran sorpresa para los amantes de los libros. Se trata de la Fira del llibre d’ocasió antic i modern, que este año celebra su 59ª edición.
Arrancando ya a la altura de Plaça Catalunya, y durante cuatro o cinco manzanas, vamos encontrado distintas paradas de librerías de todas partes del país. Desde una librería especializada en primeras ediciones, donde la más económica puede salir alrededor de unos 500 euros, hasta librerías de viejo, con montañas, literalmente, de libros de lo más variopinto y con precios que van desde la ganga hasta los marcados por el mercado y que podrías encontrar en cualquier librería por un libro recién salido de imprenta. Abundan las ofertas de 3x2, los libros a 5€, y las ediciones de bolsillo, aunque eso no significa que no puedas encontrar otros precios u otros tipos.  
Yo fui ya en la recta final de la Fira, cuatro días antes de que finalizara. Serían las dos y media o las tres de la tarde, no había excesivamente gente por la calle, llevaba veinte euros en metálico, un bolso grande, y una cantinela en mi cabeza que me había ido repitiendo durante el trayecto hacia allí para concienciarme de no comprar nada que no me pareciera realmente un chollo, y, claro está, no excederme de ese presupuesto que llevaba en el monedero.
Al llegar a la primera parada, ese olor tan característico de los libros viejos impregnaba toda la parada, y era realmente imposible reprimir una media sonrisa de complicidad hacia el ambiente, hacia los libros allí expuestos. Pensé que, como era muy temprano y tenía toda la tarde libre, lo mejor sería primero pasearme por todas las paraditas y echar una ojeada, y luego, al deshacer el camino andado, irme parando para comprar lo que hubiera visto que me interesaba. Además, tenía en mente hacerme con algo de Max Aub, (para aquellos que no lo sepáis, desde hace bastante tiempo mantengo un precioso e idílico romance con la literatura de este buen señor).
Tras mirar un poco por esa primera parada, comprobé que la mayoría de libros allí  expuestos no acaban de interesarme, y, quizás porque la tenía justo delante, me puse a hojear una Breve historia de la literatura española.
- Este que estás mirando vale 12 euros - dijo una voz que se había personificado a mi izquierda.
Miré al hombre en cuestión, un tipo bastante normal, ni alto ni bajo, más bien fuerte que delgado, con el pelo negro y rizado, de unos cuarenta años de edad, y le sonreí mientras asentía, dándole de ese modo las gracias por la información. Él, que supuse que sería el encargado de la parada, no pareció satisfecho con mi gesto, y siguió allí plantado. Siempre me ha molestado un poco eso de que me observen tan detenidamente mientras estoy mirando algo que quizás vaya a comprar, o quizás no, así que empecé a sentirme ciertamente incómoda, y seguí con la mirada fija en las páginas del libro que tenía en las manos, fingiendo un gran interés por aquellas páginas, aunque en realidad ni siquiera estaba prestándoles verdadera atención.
- ¿Buscas algo en particular? – preguntó, dirigiéndose de nuevo a mí.
- Pues no, gracias, sólo estaba mirando… - le dije en tono amable, esperando que eso fuera suficiente para que centrara su atención en cualquier otro posible comprador.
- Ah, vale, pero si quieres cualquier cosa y no la ves, no tengas apuro en preguntarme, eh –  me respondió sonriendo.
En ese momento se me encendió la bombilla, y el nombre de Max apareció en mi mente.
- Bueno, sí, ahora que lo dice… ¿No tendría por casualidad algo de Max Aub?
El hombre pareció  sorprenderse en un primer momento, y luego me sonrió de una forma que en ese instante no supe interpretar.
- Sí, pero no es lo que estás buscando, no te interesará.
En ese momento identifique esa mueca con una descarada suficiencia que hirió un poco mi amor propio, y con un tono más duro del que hubiera querido usar le pregunté sencillamente que por qué.
- Porque es una primera edición – me respondió con esa misma sonrisa.
Le miré perpleja unos instantes, y en seguida le pregunté con una chispa de fascinación en los ojos si podía verla. Él se lo pensó unos segundos, y luego me dijo que sí, claro, faltaría más, y se dirigió al interior del mostrador, donde estuvo unos minutos rebuscando. Mientras, yo iba pensando de qué primera edición se trataría y cuánto podría costar. Por mi poca experiencia en ese sector, imaginé  que rondaría quizás los 100 euros, como mucho, y que quizás, si era una buena primera edición, podría hacer un esfuerzo económico y plantearme la posibilidad de adquirirla… Estando yo en esas cavilaciones, el hombre me silbó desde el otro lado del mostrador, y me indicó  que pasara. Yo, muerta de curiosidad mal disimulada, me acerqué  a él, y vi como desenfundaba de un plástico transparente una edición de Espejo de avaricia, Valencia, 1927. Tenía el mismo aspecto que los facsímiles que edita de vez en cuando la Fundación que lleva su nombre, pero se veía que no era un facsímil. Le pregunté muy convencida el precio, y él, en lugar de decírmelo, dio la vuelta al libro y me señaló el ángulo derecho inferior. Tuve que mirar dos veces la cifra, y si hubiera tenido algo en la boca seguro que en ese instante me habría atragantado. Ese 700 escrito a lápiz no dejaba lugar a dudas: las primeras ediciones no estaban al alcance de mi bolsillo.
- ¿Ves? Ya te dije que no era lo que buscabas – confirmó el hombre, como si acabar de leerme el pensamiento, aunque supongo que en realidad se limitó a leerlo en mi cara.
Yo volví a sonreír para darle la razón, le agradecí el gesto, y me fui hacia la siguiente paradita.
Algunas las pasé  de largo, puesto que se trataba de paradas que a simple vista se notaba que eran de ediciones realmente antiguas que superaban los cien euros, y en otras me estuve un buen rato mirando entre los montones de libros, en busca de algún buen título por un buen precio. Los vendedores eran bastante amables, incluso en más de una ocasión me ofrecieron un taburete para que me sentara cómodamente y rebuscara por los últimos estantes. Rápidamente se me fueron las dos primeras horas sin que hubiera comprado todavía nada, pero habiendo visto tantos y tantos libros que empezaba a dolerme la cabeza. Como vi que todavía me faltaban un par de manzanas y la otra acera, pensé que lo más sensato sería volver para atrás, comprar los que hubiera visto, y volver al día siguiente, puesto que estaba realmente abrumada por la cantidad de libros que había llegado a mirar. Así pues, recorrí las tres que me quedaban de aquella manzana, donde, por cierto, en una de ellas encontré un libro de Aub por tres euros, aunque en una edición no demasiado buena, pero en muy buen estado, y compré un par de novelas más en otras paradas distintas.
Cuando volví a pasar por esa primera parada, el hombre de antes me sonrió y me preguntó con mucha naturalidad:
- ¿Qué? ¿Has encontrado algo de Max Aub?
Le contesté que sí, y él, que quizás no tenía demasiado trabajo y le apetecía hablar, me informó de que si estaba interesada podría intentar buscarme alguna edición que no fuera de las primeras por un precio más asequible, y me dio una tarjeta de su librería, invitándome a pasar una vez acabada la Fira. Le di las gracias, le dije que pasaría, y cuando ya me iba me dijo:
- Oye, si quieres ese libro de literatura que estabas mirando antes, te lo dejo por 10 euros.
Le miré con cierto interés, y cogí de nuevo el libro. Lo cierto era que estaba bastante bien, y no era tan breve como decía el título, así que aceptando su oferta, me lo quedé también.
Volví a casa la mar de satisfecha con mis cuatro compras, y, como había planeado, regresé  al día siguiente.
Saqué dinero de un cajero, y cometí el error de no ir repitiendo la cantinela del día anterior para concienciarme de no gastar demasiado…  Ese segundo día empecé por la acera de la derecha, la que me faltaba por ver. Al ser viernes había mucha más gente que el día anterior, tanto en las paradas como por la calle. En la primera en la que me paré encontré ya un par de gangas que ascendían casi a lo que había gastado el día anterior, pero eran verdaderas gangas. Se trataba de libros de la colección blanca de Crítica, que en cualquier librería pueden costarte a partir de 40€, y que allí  los vendían por 5, 8 o 10. Claro, ante tal oportunidad no pude evitar comprar un par a 8 euros cada uno… En esa acera no había muchas paraditas, y pronto crucé a la de enfrente, y me puse a mirar las que me habían quedado pendientes el día anterior. En una de ellas encontré una de esas ofertas que tanto llaman la atención: 1 libro, 1’95€; 3 libros, 4’95€. Era como un 3x2, así que empecé a mirar los títulos y empecé a coger. Y, a la que quise darme cuenta, tenía ya cuatro en la mano. Ante la incertidumbre de dejar uno o coger otros dos, pensé que, total, ya que estábamos, no venía de un par de libros más. Así que salí de la parada con 6 libros más a cuestas. En la siguiente caí en la tentación y compré otro más. De modo que cuando llevaba poco más de una hora iba con cuatro bolsas llenas de libros que pesaban más que yo, y tenía que ir parándome porque no me notaba ni los dedos, que se me estaban quedando, más que rojos, morados. “¡No tienes remedio!...”, pensé. Así que, decidida a poner remedio a ese afán libro-consumista que me había dado, me dirigí hacia la estación sin mirar  ninguna parada más, andando a paso tan firme como me permitía el enorme peso con el que cargaba. Pero, claro, resulta que también hay semáforos en Paseo de Gracia… Y al pararme en uno que estaba rojo, sin querer mirar, pero viendo, me fijé en una parada que el día anterior estaba cerrada y a la que no presté ninguna atención. Se trataba de una parada de Unicef, donde todo lo recaudado iría a dicha organización. Los libros que vendían eran de gente que los había llevado allí, o de librerías que los habían donado. Me acerqué sólo por curiosear, y encontré libros realmente buenos, nuevos, y al mísero precio de 2 euros cada uno… ¿Qué bibliófilo puede resistirse a algo así?... Yo soy débil, y sucumbí… Y salí de la parada con 6 libros más a cuestas, y con tantas bolsas que no podía ni andar, casi. La gente me miraba de forma extraña, y yo me moría de vergüenza, porque soy extremadamente tímida y no me gusta nada llamar la atención. Y claro, la llamaba, para qué negarlo… Si yo me cruzo con una chica que va cargada de bolsas de plástico verdes, marrones, blancas, donde sobresalen las siluetas de un montón de libros, con la cara roja por el esfuerzo, y que además se va parando cada X metros para abrir y cerrar las manos, y volver a coger las bolsas con más ímpetu, seguramente también me la habría quedado mirando…
Lo que está claro, pues, es que a mí personalmente me encantó la Fira, tiene un aire de lo más acogedor, y entre tanto libro te sientes como pez en el agua, por lo menos los que como yo disfrutamos casi tanto mirando y comprando libros como leyéndolos. Con paciencia y cariño, puedes encontrar buenos ejemplares por precios irrisorios, de todo tipo de libros y de literatura, para todas las edades y para todos los gustos.
Esta Fira es una cita con la cultura, ineludible para los amantes de la lectura, ya sea de libros antics o moderns, porque sin duda es una muy buena ocasión para disfrutar de esta pasión, que a veces puede convertirse incluso en un vicio.
Yo, personalmente, el año que viene no me la pierdo. Y te aconsejo que tú tampoco.
 Chubbchubb

jueves, 7 de octubre de 2010

¡¡¡Por fin!!!: Mario Vargas Llosa



Este premio Nobel me ha llenado de alegría.  No se si  como dicen es un premio o no politizado, si hay algo en el trasfondo de motivos extraliterarios, pero es sin duda un premio merecido. 

He podido ir leyendo en las redes sociales comentarios poco amables hacia el autor de Conversaciones en la catedral, La ciudad y los perros, La fiesta del chivo, La Casa Verde, ..., Sus opiniones políticas le han ganado muchas antipáticas y no deja de asombrarme muchos de esos comentarios, en los que sus autores  hacen gala de sus prejuicios,  para alardear de no haberlo leído. Creo además que  han construido sus opiniones sin leerlo, sin escuchar el fondo de su mensaje,. Pero aunque tuvieran razón y no compartieran su visión del mundo, él trasciende las ideologías, es uno de los grandes. Tengo la sensación que lo ven como si de un escritor de medio pelo y de enorme promoción de marketing,   se tratara. Como si sus méritos fueran gratuitos. Vargas Llosa es un escritor que se reinventa en cada novela, que arriesga, que experimenta y no se ha ocultado tras aquello  que lo elevo al Parnaso de los grandes. Y creo que además que  en su  categoría como escritor, ha conservado la humildad y la capacidad de emocionarse con las historias que cuenta.

Vargas Llosa es mucho más,  es un clásico vivo. Recuerdo con emoción como nos hablaba de él ,allá por 1975, una profesora de literatura: de La casa Verde, de Pantaleón y las visitadoras, y el impacto que me causo leer Los jefes, Los cachorros,  Conversaciones en la catedral.  Como ha dicho un periodista: en este caso,  es el escritor quien honra al Nobel. 

Además,  ama con pasión la literatura, la de los demás, no solo la suya.  Leer uno de sus artículos sobre libros te despierta el instinto de salir corriendo a buscarlo para seguir el camino que nos ha trazado y descubrir las huellas con las que nos ha precedido.  Cualquier escritor vendería su alma por haber escrito la peor se sus novelas y el admira a los demás con la pasión de un lector  que olvida que él ha escrito mucho mejor que aquello que alaba. 

Sería  un pecado imperdonable dejar que los prejuicios  impidieran acercarse  un autor tan grande.
Ayer cuando le notificaron  su premio, se fué al Instituto Cervantes de Nueva York a dar la rueda de prensa de rigor. En realidad fue a homenajear al Español  como lengua .

Es un escritor que  nos une en el idioma, es un puente entre Hispanoamérica y España.

No lo esperaba, dijo hace mucho tiempo, creia  que el nunca lo recibiría. 

Me siento feliz.  Se equivoco.

Julia

lunes, 4 de octubre de 2010

EL CLAN DEL OSO CAVERNARIO



Autor.........Jean M. Auel
Año...........1980

Se cumplen ahora los 30 años desde la publicación de El clan del oso cavernario, una novela en toda la amplitud de la palabra en la que comienza la aventura del hombre en el paleolítico superior y la interrelación entre dos especies: cro-magnones y neardentales.
Esta obra intenta enseñarnos cómo era aquel entonces a través de unos personajes que no te dejan indiferente si les das la oportunidad de escuchar su historia, que no deja de ser la de todos nosotros, los Homo sapiens.
La autora sitúa la trama en el último periodo glacial registrado en los anales de la humanidad. Un periodo duro y desconocido de la prehistoria, donde la especie humanoide neardental reina sobre la tierra -eso piensan ellos- hasta que un día en una de sus andaduras nómadas encuentran a Ayla, un personaje que se hace querer por todos los aficionados a la buena lectura, este, y no otro, es el comienzo de esta increíble historia.
Ayla es una niña cro-magnon que debido a una fatalidad natural (terremoto) perderá a sus progenitores y quedará abandonada a merced de una naturaleza implacable con el más débil y solo apta para los más fuertes.
Conoceremos a Iza madre adoptiva de Ayla por las circunstancias.
Iza es una fuente de sabiduría en cuanto a medicina natural y todo lo que nos enseña a este respecto es cierto y comprobable.
Aparecerá Creb, chamán y hombre santo de la especie neardental, que nos introducirá en el mundo mágico de los “Nears” y sus costumbres ancestrales.
Viviremos la difícil integración de Ayla en tan singular comunidad para ella del todo nueva. Se producirán situaciones de complicada convivencia, más no por ello desconocidas para los actuales lectores del siglo XXI.
El antagonismo hombre/mujer, la sumisión y la violencia gratuita será el pan nuestro de cada día.
Finalmente Ayla tendrá que tomar la decisión más importante de su corta vida. No soportará el maltrato al que se ve sometida por parte de la tribu adoptiva y sobre todo el hecho de ser violada.
En este punto se plantea la posibilidad real del cruce de especies y los resultados nos convencerán de que merecerá la pena seguir leyendo esta estupenda obra, que aunque novelada por la autora, no estará falta de una seria labor de investigación en cuanto a costumbres, técnicas de caza, instrumentos o herramientas,rituales religiosos y finalmente completada con una compilación de remedios naturales que bien podría ser un tratado de botánica en toda regla.

 Gavalia

domingo, 3 de octubre de 2010

El ser o no ser de la novela Histórica


Uno de los géneros literarios que mas aceptación tiene entre los lectores es el de la novela Histórica. El debate sobre lo que es, lo debe ser, la imagen que un novelista tiene frente a los académicos  e intelectuales,  es un debate curioso y enriquecedor, porque la ficción como tal tiene muchas caras.
No sé que rigor es mas importante: el que se asienta sobre los hechos o el que da vida a lo cotidiano de unas épocas remotas y nos sumerge de repente en las vidas de los hombres normales, de sus creencias,  de sus supersticiones, de sus costumbres. Personalmente me  gusta mas la segunda opción, la que da vida a una historia ficticia que se asienta sobre los pequeños detalles.
En cualquiera las opciones: la ficción ambientada, la  novelización de los grandes hechos o de los personajes que marcaron  el devenir de los tiempos, la historia cotidiana transmitida a través de referentes reales con personalidades recreadas en la imaginación del escritor, ..., lleva detrás una constante: la documentación.
Parto de la base de que yo no quiero aprender historia cuando leo una novela. Esta puede introducirme en el personaje o en la época,  pero para aprender con rigor acudo, o  mas bien acudía, a los historiadores. En  una novela busco una historia que me atrape y me entretenga, o que me haga viajar en el tiempo. Pero no puedo despreciar, no quiero  hacerlo, ese trabajo  silencioso, que constituye el esqueleto o la urdimbre sobre la que todo se edifica.
Hace un par de días tuve la oportunidad de quedar con dos novelistas  de este género: Santiago Morata, amigo  con el que estoy constantemente en contacto,  y conocer a Marisa Azuara  a quien la crítica la ha tratado de forma muy polarizada.
Santi  es brillante y polifacético,  con un sentido del humor inteligente y meticuloso en los detalles, eso ya lo sabía. Sé como trabaja y con que rigor trata de documentarse  Debió de ser todo un reto para sus maestros, con su voracidad por  el conocimiento. A  Marisa no la conocía y me descubrió una complejidad en sus planteamientos literarios que me dejo impresionada.
No es una mujer ambiciosa en sus aspiraciones,   en el sentido de que prefiere renunciar a sus posibles beneficios y ser fiel a sus principios,  con lo que ya  de entrada me gano. Este es un mundo de vedettes mediáticas,  en el que sientes que la mayoría de las veces es mas importante una buena campaña de marketing que un buen  producto. Porque al final, es así como se trata a los autores.
Marisa ha investigado sobre la figura de Cristobal Colon sobre el que prepara una novela. Al margen de sus descubrimientos, valorados por unos ( los que conocen como se ha documentado) y ridiculizada por otros, (los que no han querido molestarse en conocerla sin prejuicios), su planteamiento es muy original dentro de la maquinaria editorial: ha publicado un libro de ensayo en el que cuenta sus descubrimientos.   Que quede muy claro que ha accedido a  documentación  original, que ha contado con la colaboración de  los descendientes de Colón, de paleógrafos no solo españoles, también italianos. Ha investigado tanto textos legales de la época como legislación y  analizado las traducciones de toda esa documentacion previa a sus investigaciones tanto en italiano como en español.
No se si alguien  ha tratado de acceder a un documento del siglo XIV, yo recuerdo un trabajito de la carrera,  una novela de aventuras de caballería, El caballero de la rosa creo que era, pero es una labor complejísima. Las grafías son endiabladas y el contar con la ayuda de especialistas en ese terreno como en el del difícil mundo de las leyes y de las relaciones feudales  de la época, es  una base muy solida para trabajar estos temas, pequeños matices que se escapan a los aficionados aventajados e incluso a los mismos estudiosos en solo algún aspecto. Es un trabajo de equipo y de coordinación. Pero es sobre todo admirable el molestarse en ir al origen  pasando por encima de las traducciones  consideradas como el punto de partida de la mayoría de las investigaciones. La técnica paleográfica ha avanzado muchísimo con el paso de los años, con las digitalizaciones y con los posibles tratamientos de los documentos con  procesos inimaginables hace un tiempo. 

Como resultado de novela  no se cual será, aun está en proceso, como  proyecto de investigación es casi embriagador, Marisa además lo transmite con pasión, emocionándose conforme va recordando como se perfilan los descubrimientos  y las nuevas pruebas, la confirmación de alguna sospecha.
El  rigor de su trabajo, al margen de como se ha recibido en algunos sectores , esta demostrado con la invitación a la leer la lección inaugural del curso 2010 en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, institución de la que son miembros numerosos Catedráticos de la Universidad de Zaragoza, así como juristas e intelectuales de primer orden.

Hace un tiempo, en una presentación  José Luis Corral, investigador reconocido,  profesor universitario, además de novelista de éxito,  comentaba la suspicacia que levantaba  entre sus colegas de profesión docente su faceta de novelista. El lector creo que no  aprecia en lo que vale el trabajo de documentación, que le importa solo el resultado final de lo que lee, pero a la hora de la verdad, si nota las discordancias y la falta de rigor  y a la mayoría, el exceso de licencias le molestan. Al historiador tal vez le deprima la trivialización de la historia. Pero creo que no podemos olvidar cuando tenemos entre manos un libro de ambientación, de trama o de novelización histórica,  el esfuerzo que ha implicado  su telón de fondo, la documentación y el trabajo de síntesis que hay detrás, ( porque tan importante es lo que se  pone como a lo que se renuncia),  ya sea este una novela de intriga, romántica o de vocación histórica en sentido mas purista.

He querido sintetizar mis comentarios en  tres nombres nada mas muy diferentes, pero podría hablar del proceso de trabajo Carlos Aurensanz, de como integra los detalles Olalla García,   de Ángeles de Irisarri y su capacidad para plasmar en un todo lo cotidiano, de la meticulosa ambientación de sus novelas que hace Jerónimo Tristante, de muchos otros.  Al final al lector le llega un todo, depurado y conmovedoramente riguroso desde sus diferentes enfoques.
Julia

martes, 28 de septiembre de 2010

Los renglones Del diablo: “Shutter Island”, de Dennis Lehane


El nombre de Dennis Lehane es a estas alturas sobradamente popular entre los lectores habituales del género de misterio. Yo, que en los últimos años no he frecuentado demasiado este tipo de literatura, tengo que confesar que he conocido al autor gracias al cine. La magnífica adaptación cinematográfica que Clint Eastwood hizo de Mystic river ya fue para mí una llamada de atención hacia la existencia de una obra literaria en la que aquella joya se basaba, obra que sin duda sería interesante conocer; pero ha sido Martin Scorsese, con su inquietante film Shutter island, el que me ha decidido a no dejar pasar más tiempo sin leer a Dennis Lehane.

En Shutter island he descubierto, ante todo, un misterio muy bien construido. Es la obra de un buen profesional: un mecanismo perfecto, que el autor hace funcionar a lo largo de las más de trescientas páginas de la novela, revelando en cada momento sólo lo que quiere revelar, y sorprendiendo al lector con un desenlace impecable que no deja un solo cabo suelto. Lo que cabe esperar de un buen escritor del género, en definitiva. Pero además, como lectora, esta novela me ha aportado otros placeres. Está llena de deliciosos toques de horror gótico; hace guiños a las películas de serie B de los años cincuenta; mezcla elementos de la literatura clásica de terror con una historia amarga de amor y muerte, de culpa y remordimiento, donde las fronteras entre el delirio y la realidad se difuminan en un entorno de pesadilla. Y todo ello, con el malsano telón de fondo de la guerra fría: un tiempo en el que la paranoia no era patrimonio exclusivo de los psiquiátricos, y que quizá no resulte tan lejano para los lectores de hoy, si pensamos en otra isla y en otra prisión llamada Guantánamo.

La prosa de Dennis Lehane es cuidada, hermosa, persuasiva. Una prosa que engancha y emociona como la de los mejores clásicos. Sorprende cómo, narrando en tercera persona, puede conseguir que el lector se identifique tan plenamente con lo que piensa y siente su protagonista, Teddy Daniels. Y caemos bajo su hechizo, y, enredados en el torbellino de la trama, no soltamos el libro hasta haber devorado la última página.

En el ámbito de habla hispana, muchos lectores han percibido un acusado parentesco entre Shutter island y Los renglones torcidos de Dios, la excelente novela del español Torcuato Luca de Tena dada a la imprenta en 1979, que desde entonces no ha cesado de reeditarse y ha sido traducida a varios idiomas. Es cierto que el arranque de ambas historias es similar (a un hospital psiquiátrico, geográficamente aislado, llega alguien encargado de investigar unos hechos allí sucedidos), así como que sus argumentos tienen, no cabe duda, puntos de contacto. Pero las perspectivas, los recursos narrativos y las peripecias que eligen uno y otro autor para interesar, envolver y enredar a sus lectores son bien diferentes. No por haber leído previamente la obra de Luca de Tena, se dejan de experimentar en toda su plenitud las angustiosas sorpresas que depara Shutter island. Aquí, frente a las costas de Boston, en esta pequeña isla batida por la marejada, los tormentosos renglones que dibujan los personajes bien pudo haberlos torcido el diablo.

Seguiré leyendo a Dennis Lehane. Ha sido para mí un agradable descubrimiento. 








lunes, 27 de septiembre de 2010

¡¡¡Mi nuevo juguete!!!

¡Por fin! ¡Ya está aquí! ya tengo en mis manos mi primer lector de libros electrónicos, un precioso Kindle de tercera generación.

Y digo por fin porque... aunque tardas un año en decidirte, luego no puedes esperar ni un día en tenerlo en casa. Eso sí, hay que reconocerle al señor Amazon que se lo curra, y desde su Web puedes ver dónde está el pequeñín en todo momento... sale de USA, llega a Colonia (ya viene, ya viene), pasa por Madrid (¡Dios! que llegue ya que me quedo sin uñas...), Zaragoza, Bilbao (¿acaso está haciendo turismo?)... y finalmente llega a casa.

En casa me siento en el sofá, en silencio... bueno, primero mando a mujer y niños al parque... y como decía, me siento, en silencio, abro la caja y... ¡¡qué bonito!! Pasado el shock inicial, y casi babeando, corro "al despacho", lo saco de la caja y me dispongo a quitar un papel que está encima de la pantalla y que indica con un dibujo cómo realizar la primera carga… eh… esto no sale… ¡pero si no es un papel! ¡Es la pantalla del Kindle! me quedo alucinado, con los ojos como platos y la boca abierta... esto prueba que el lector es bueno, muy bueno. Lo conecto al puerto USB, dejo que se cargue y paso mi primer e-book, uno, para probar. Enciendo el lector y busco el libro, lo abro y… si la primera impresión había sido buena (con el supuesto papel que tapaba la pantalla), la segunda aún es mejor.

La pantalla es de seis pulgadas, que viene a ser como un libro de bolsillo, pero la calidad de la imagen es bestial. Las letras están perfectamente definidas, por comentarios de gente que tiene éste y otros lectores, el nuevo Kindle es especialmente bueno en este apartado, ya me gustaría que algunos libros que tengo tuvieran esa nitidez. Pero además, con un botón puedo elegir entre unos ocho tamaños de letra, tres entrelineados y tres tamaños de márgenes, vamos, que es imposible no encontrar una configuración ideal. Y las ventajas no acaban ahí, no pesa nada (aún recuerdo la pasta que me ahorre este verano en gimnasio leyendo Un mundo sin fin, además es ideal para los que leen fuera de casa); puedes almacenar cienes y cienes de libros (ideal para las vacaciones); la tinta electrónica no cansa la vista… además mi Kindle viene con diccionario de inglés (creo que hay de otros idiomas), marcas la palabra que no conoces en el texto y te sale la definición sin tener que andar buscando en diccionarios; también es capaz de leer libros en inglés (curioso, y divertido si le pides que te lea uno en castellano); tiene wi-fi para comprar libros sin necesidad de ordenador, suscribirte a un periódico (están prácticamente todos los españoles en Amazon) y que se descargue cada mañana a tu pequeñín o navegar por Internet. Y para acabar, viene con unos salvapantallas con grabados de imágenes de autores clásicos que quitan el hipo… preciosos, lo digo porque ayer estuve apagando y encendiendo el Kindle durante varios minutos para ver las diferentes imágenes que tiene.

Sólo llevo un día con él, y apenas habré leído unas páginas… pero ya me considero un incondicional de los lectores electrónicos en general y del Kindle en especial. Voy a tener que enseñárselo a mi bibliotecaria, que el otro día me comentaba que ella prefería el libro de papel, la sensación de cogerlo, olerlo (¿?), pasar las páginas… reconozco que los libros tienen su encanto pero… tengo claro que no ha probado con un libro electrónico (aquí pondría el emoticono del diablillo). Y que conste que no voy a dejar de comprar libros de papel, que también me encantan.

Y ahora, si me permitís, voy a disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida, leer… así que me pongo cómodo, enciendo mi lector y me dejo transportar a la Europa de la 2ª Guerra Mundial de la mano del maestro Zweig...
Fdo :  Kobayashi